Oye, te tengo que contar esta historia que nos pasó con nuestro golden retriever, Thor. Al principio, cuando no paraba de ladrarle a la canguro, pensamos que era celos o incluso agresividad. Hasta llegamos a susurrar la idea de buscarle otro hogar. Pero una noche, revisé las cámaras de seguridad y lo que vi me dejó helado. Thor no se estaba portando mal… ¡estaba protegiendo a nuestra hija!
Mi mujer, Carmen, y yo habíamos esperado años por nuestro milagro, nuestra niña, Lucía. La vida parecía perfecta… hasta que el comportamiento de Thor cambió.
No se separaba del moisés de Lucía, vigilándola como un guardia. Al principio nos parecía tierno, pero cuando contratamos a una canguro, Natalia, todo se torció. Desde el primer día, Thor le gruñía, le cortaba el paso, ladraba cuando cogía a Lucía y hasta le enseñó los dientes. Nos debatíamos entre el agotamiento y el miedo—quizá Thor se había vuelto peligroso.
Hasta que una noche, Natalia nos llamó histérica mientras estábamos fuera: “¡Thor me ha intentado atacar!” Corrimos a casa y la encontramos pálida, agarrando a Lucía, mientras Thor estaba tranquilo detrás de la valla. Algo no cuadraba.
Entonces revisé las grabaciones. Y ahí lo vi todo.
Natalia había escondido una tablet y estaba transmitiendo en directo la rutina de Lucía a desconocidos en internet. Ignoraba que la niña tosía—incluso se atragantaba—porque no quitaba los ojos de la pantalla. Thor ladraba, empujaba el moisés y al final le lanzó un gruñido cerca de la pierna para asustarla. Solo entonces Natalia reaccionó y cogió a Lucía.
No era un ataque. Era un rescate.
A la mañana siguiente, Carmen le enseñó una captura de pantalla. Natalia se quedó blanca, dio media vuelta y se fue sin decir nada. Denunciamos el stream y cortamos todo contacto.
Esa noche, Thor se acurrucó junto al moisés de Lucía, moviendo la cola con calma. Le colgamos una chapa plateada en el collar, grabada con dos palabras: “El Guardián de Lucía”.
Porque Thor no era el problema.
Era el héroe.